A lo largo de mi vida profesional he ido descubriendo muchos tipos de pacientes según su personalidad, sus dinámicas relacionales, sus orígenes,... En este artículo me gustaría compartir mi experiencia con pacientes que son altamente sensibles.
Las Personas Altamente Sensibles son aquellas que sienten y perciben las cosas con muchísima más afectividad que el resto. Esto es consecuencia de que su sistema nervioso es más fino de lo habitual y percibe con más detalle todo lo que le envuelve. Dos de cada diez personas son PAS.
Esta circunstancia se da ya des de la infancia. Son niños que perciben un mínimo cambio en su rutina: des de un cambio de temperatura en el aula del colegio a un cambio del jabón de limpiar la ropa en casa. Los ruidos, la luz, pueden llegar a molestarles y provocarles malestar. Sus sentidos están potenciados y llegan a prestar atención a aspectos que muchos adultos pasan por alto.
Habitualmente a estos niños altamente sensibles se les "etiqueta" de tímidos, de introvertidos, de "demasiado sensibles" y es porque son niños que reflexionan antes de hablar, que necesitan de su mundo interior para sentir paz y tranquilidad y así combatir el ruido y el caos del exterior, son observadores por naturaleza y aprenden de ello.
Cuando el niño altamente sensible se hace mayor sigue sintiendo molestias en los ruidos y olores fuertes, sigue siendo observador, introvertido y con una capacidad mayor de empatía y de conectar con el otro. Sufre por el otro y siente el dolor. Aspecto que viven con mucha dificultad pues el dolor les invade.
Son personas que mucha autenticidad a la hora de amar, de captar, de experimentar,...des de un beso a una canción. Hay tanta intensidad e información que reciben que crean todo un mundo interior con ello. A menudo si de toda esta información no se hace un buen uso y se regula, pueden llegar a padecer malestar, angustias, depresiones.
Es aquí donde intervengo cómo profesional y me piden ayuda. Una vez han hecho el paso de conocerse y reconocerse hay que darles pautas y herramientas para que se protejan. No del mundo exterior, porque será inevitable, pero sí de su propio mundo interior. Del que deberán aprender a regular y no dejar que su intuición sea su única guía. Hay que convivir con el mundo exterior, con la sociedad, con los demás que no perciben igual que tu... pues habrá que aprender a coordinar los ritmos y hacer una buena gestión de esta alta sensibilidad.